TRABAJO
VIVO

Liderar es crear y amar

Categoría: Liderazgo
📖 3 minutos
🗓 25 noviembre 2024
✏️Escrito por Francisco Casaus

Somos humanos porque somos seres sociales con conciencia singular de especie. Nuestra evolución social es permanente. El Homo sapiens buscaba seguridad al abrigo de la confianza y la colaboración de sus semejantes en un mecanismo natural que identificaba a los líderes como aquellos capaces de cuidar, crear condiciones de seguridad, marcar y lograr metas. Probablemente eran líderes los más fuertes, en un contexto de supervivencia, pero debía concurrir una mayor capacidad de empatía social: amar y crear en el origen histórico de la evolución humana.

La necesidad de liderazgo, como proceso de guiar a otros hacia el logro de objetivos comunes, es una característica sustancial de la cultura humana. Venerados, odiados, con poderes especiales, predictores del futuro, experimentados o simplemente destinados al poder, justos o tiranos, valientes o reaccionarios, autoritarios o convincentes, virtuosos o abominables. La historia ha colocado a cada líder en su sitio y tiempo.

El pensamiento filosófico griego fue el legado y la cuna de la sabiduría para la cultura occidental. Heródoto, uno de los primeros filósofos griegos, señalaba el liderazgo como una forma de influencia ejercida por aquellos que eran capaces de tomar decisiones importantes, que ejercían autoridad con justicia y tenían gran influencia sobre aquellos de su alrededor.

De la «facultad moral» del líder, enfatizada por Platón, como una forma de influencia para la dirección de un gobierno o de la sociedad, a la «virtud moral» del líder de Aristóteles, aquel que tenía el conocimiento y la experiencia para dirigir a otros, nació la teoría del liderazgo carismático.

El líder con carisma. El carisma de entonces. Idealmente el carisma de amar y crear.

El trabajo es esencial en la vida, uno de los elementos centrales de la humanización. Cada trabajador es un genio que moviliza su inteligencia creativa para sortear los obstáculos de la tarea encomendada, en una suerte de desequilibrio permanente entre lo que prescriben los protocolos, las normas, las consignas empresariales, y la realidad del trabajo cotidiano, que se desarrolla entre imprevistos, potenciales fracasos, alteraciones de ritmo, transgresiones de las reglas, etc.

El trabajo pone a prueba la resistencia y moviliza la creatividad para obtener un resultado.

El trabajo está vivo, ocupa un espacio central en la existencia humana. No hay mayor motor de autoestima y de interacción social.

La degradación social o la falta de sentido en el trabajo pueden tener consecuencias devastadoras para la salud mental y física. La falta de autoestima, el sufrimiento ético, la demoledora soledad, la falta de cooperación, de reconocimiento, pueden engullir la inteligencia creativa del trabajador. Es un desastre que el trabajo, potencialmente placentero, pueda estar en el origen o agravar la patología mental.

Es un desastre personal y colectivo. Un fracaso empresarial.

En una organización empresarial sana el cuidado de las personas trabajadores es el foco principal. Un negocio de éxito, competitivo, moderno, audaz, con perspectiva de crecimiento, debe estructurarse sobre la base del interés de verdad por la realidad propia de cada trabajador y el fomento de un colectivo basado en la cooperación.

El trabajo modela la identidad personal, que es el sentido dado al ser único; el colectivo de trabajo combina las identidades personales y da sentido a la tarea. Una empresa respetuosa con las identidades personales, con un colectivo de trabajo cohesionado, es una empresa con sentido psicosocial.

El líder que comprende la actividad empresarial debe entender a sus colaboradores, entendiendo sus actitudes, sus sentimientos, sus actos, sus deseos, sus temores, la movilización de su inteligencia.

Los trabajadores y las empresas necesitan líderes de proximidad que, en la evidente e imparable carrera por la automatización y el gobierno por los números, entiendan que la evolución humana es indisociable del trabajo y que éste es, sobre todo, una experiencia afectiva.

El mundo del trabajo necesita líderes que amen y que creen. Los llamo « Líderes de cabecera » en mi libro/manual para mostrar a los manager de las empresas cómo transformar el sufrimiento en placer entre sus colaboradores.

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