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El liderazgo no se impone, se consigue

Categoría: Liderazgo
📖 2 minutos
🗓 23 febrero 2025
✏️Escrito por Francisco Casaus

Si Ulpiano, mentor del Derecho romano, levantara la cabeza, probablemente saldría corriendo de nuestro mundo con la que ahora nos está cayendo. Sus tres principios básicos cobran actualidad: vivir honestamente, no dañar a los demás y dar a cada uno lo suyo.

Esta noción fue desarrollada con posterioridad por Aristóteles y Santo Tomás de Aquino. El antiguo gobierno de los virtuosos no estaba sustentado en la virtud heroica, sino en la virtud de los hombres corrientes, un planteamiento realista, participativo, democrático y, desde luego, revolucionario para la época.

Es una pena que en nuestros tiempos tengamos tendencia a trasnochar esa virtud de los hombres corrientes. Desgraciadamente perdemos mucho tiempo porque solo aprendemos de los viejos pensadores cuando empezamos a serlo (viejos).

Lo primero y esencial que debe conseguir un líder es su aceptación como tal por sus colaboradores.

En mi libro « Líderes de cabecera », que propone siete reflejos para transformar el sufrimiento en placer a partir de un liderazgo con sentido psicosocial, dedico un apartado a este tema. Es el reflejo seis: « líderes aceptados ».

El líder aceptado es un conseguidor de su aceptación como líder. Es una aceptación simbólica, distinta del proceso de designación jerárquica. El líder aceptado camina a la vista de todos.

En la interpretación kantiana de la Revolución Francesa los individuos, desdoblados en espectadores de si mismos, conversan, intercambian y trabajan colectivamente en la elaboración del « juicio justo ».

Liderar personas es sumamente complejo, un verdadero desafío; pero se trata de una tarea llevadera y satisfactoria (el trabajo tiene un potencial de placer inimaginable) si el punto de partida es saber liderarse a sí mismo potenciando la gestión afectiva y efectiva del equipo. 

Para un líder aceptado que se quiere a sí mismo, los logros profesionales son tan importantes como las gratificaciones personales y el reconocimiento de los otros.

El individualismo tiene un recorrido muy corto en nuestra especie. Un líder aceptado sabe que la supervivencia de su status y de la propia empresa es proporcional al respeto y al sustento que da/recibe de sus colaboradores.

El trabajo es pura teoría de la evolución en clave moderna, cuando se ha aprendido de los grandes pensadores y de los líderes aceptados por sus equipos: en la empresa, como en la ley de la naturaleza, no prima lo individual, sino lo colectivo. 

Más que nunca, lo de remar juntos y a la vista de todos se ha convertido en una necesidad para aprovechar el sentido psicosocial del trabajo.

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